Palestina

Palestina

I

Miro desde lejos

Desde mi existencia asegurada por la distancia

Hablo y escribo desde la seguridad de la distancia, desde la seguridad de mi inexistencia para el asesino

El asesino no me huele, no me visualiza con sus drones ni con sus escáneres infrarrojo.

Sus binoculares no grabaran mis salidas nocturnas, no podrán ubicarme para dejar caer sobre mí una bomba inteligente programada con mi ADN y evitar los daños colaterales en un país “amigo”

No podrán identificarme en medio de las marchas multitudinarias que se organizan por todo el mundo, donde, como flores, flamean los kufiyya, esta hatta que me ha llevado por estos lugares infinitos de pastores y campesinos.

No habrá un fusil de largo alcance, operado por computador apuntando a mi cabeza.  Ni menos podrá identificarme un satélite de alguno de tus amigos, esos de siempre que organizan guerras por donde haya algo que robar.

Desde esta seguridad entre paréntesis, hablo, escribo, identifico a este asesino.

II

Este teatro de operaciones es una exposición en tiempo real de sus creaciones maléficas.  ¿Cuantos ya están cotizando tus armas con lo que recuperaras los US$60 millones diarios que gastas asesinando mujeres, niñas y niños, viejos y jóvenes?, todos ellos cansados de tanta humillación.  Todos ellos sin haber tenido un día para dar gracias a la vida, para haber amado, para haber gozado bajo un olivo y comido de su fruto.

Tantos han corrido bajo la destrucción, bajo el zumbido de hélices, bajo el bramido de F-16.  Tantos son los que por días no han pegado los ojos, ni han tenido un sueño reparador, un hermoso sueño donde puedan vivir una vida feliz.

Mientras los países del OCDE, miden el grado de felicidad de sus habitantes.

Ellos no están en el OCDE.  Ni bajo la protección de la ONU.  No dejan entrar ayuda humanitaria.  Se les arrebató su tierra sus casas.

Ocuparon sus espacios.  Se apropiaron de su música, de sus comidas, del aromático café recién servido.

III

En la naturaleza se ven casos extraños; pájaros ocupan otros nidos, botan los huevos y colocan los suyos para que sean criados por los dueños del nido.

Hay insectos que depositan sus larvas en el cuerpo de otros insectos, los dejan vivos para que sus larvas se alimenten del insecto vivo.

Hay plantas parásitas que mantienen el árbol vivo y ellos viven en sus copas absorbiendo la savia del árbol que echó raíces, creció y se fortaleció.  Este árbol, luego, muere seco.

IV

¿Cuan buena será tu inversión?, ¿Porque en estos momentos tu estas invirtiendo?, ¿verdad?.

¿Es tu inversión para desarrollar otro proyecto?,

¿Tal vez la creación de un país que se crea el elegido?

¿Con un pueblo que te venere y que se crea el elegido?

¿Construirás tu proyecto sobre los cráneos de esos niños y niñas, de esos viejos y viejas, de esos jóvenes que no alcanzaron a amar, de esas mujeres que no pudieron dar su sabia a la tierra, de esas madres que engendraron, según Ustedes, víboras?

Los muertos son cifras que varían día a día y ustedes lo hacen público, frente a las cámaras.
Nos envían su mensaje por todos los medios de información … medios de desinformación manejados por ustedes.

Envían el mensaje, mientras tu pueblo toma balcón en primera fila para ver la eficacia de los misiles.
No te importa la ONU, menos la UNICEF, ya que, según ustedes, es protectora de víboras.  Todo niño y niña es una víbora.  Toda mujer es una engendradora de víboras.

Lo han dicho muy claro.  Nadie se escandalizó. Nadie levantó la voz. Todos son cómplices.

V

Estos que se han signado como el pueblo elegido se les deberán besar la punta de sus botas y que mejor practica que este pueblo campesino, este pueblo que nadie defiende.

Y si alguien llegase a levantar el puño, será abatido, se le colgará un cartel de terroristas y su cadáver expuesto a las cámaras de televisión, como un mensaje de terror, no solo a quienes has usurpado su territorio, si no que a toda la humanidad.

Este pueblo que ha sido empujado, escupido, pateado, expulsado de sus hogares, de sus tierras, de sus olivos.

De esta tierra donde sus raíces son tan profundas que llegan al alma de la tierra.
Esta tierra que llora en las lágrimas de sus habitantes y que ya no tienen lágrimas, porque han sido secadas y resecadas, estrujadas y reestrujadas .

VI

En la distancia siento una opresión en mi pecho.  En la oscuridad miro el cielo estrellado, miro la inmensidad del universo y pienso que en algún momento puede caer una ojiva en mi tierra, en mi hogar y que no podré ver más los ojos de mi nieta y mi nieto, que no podré ver sus juegos, sus sonrisas.

En esta distancia siento que en cualquier momento dejaré de sentir el cuerpo de mi mujer entre mis brazos y la sola sensación me estremece, me angustia.

Cuántos, en aquel país asesino, caminan por calles usurpadas como si fueran sus calles, como si fuera su cielo, como si fuera su tierra.  Caminan tranquilos, miran el mar y piensan  en hacer el amor.

Cuántos de ellos, soldados que han asesinado, deambulan por esas calles como si fueran sus calles, sin cuestionarse ese hecho por creerse el pueblo elegido en la tierra designada por un dios, mediocre dios.

Nunca entenderán que aquellas niñas y niños nunca podrán caminar y sentir la brisa del mar en sus rostros, que no podrán compartir una fiesta de cumpleaños con su familia y sus amigos.  Eso no importa para ellos.

Esa extraña humanidad que tienen, que los lleva a definir cada concepto, cada razón, cada sentimiento a partir de ellos.  Un razonamiento tan falso, solo porque les sirve a sus objetivos.

Si alguna vez despiertan de esta sinrazón, no podrán con tanto peso de conciencia, se verán ante un derrotero.

Su salida será saltar a la destrucción por tanta infamia.


VII

En la distancia, en esta distancia que me hace sentir seguro, reflexiono, lloro, agacho la cabeza, me avergüenzo.

No quiero que ningún asesino pise mi tierra y aquel que se encuentre en ella es mejor que escape mientras pueda que aquí no aceptaremos tu prepotencia.

Nuestro país no es un spa para que descansen asesinos.  Una bestia merece más respeto que uno de estos seres.

VIII

Continúan bombardeando los F-16.  El odio de este asesino es metralla.  Existe en la medida que odia.  Es desprecio a la humanidad.

En la distancia, en esta distancia solo me cabe elevar una oración por los caídos.

¡¡Oh Gaza … Gaza … Gaza … Ciudad Gloriosa!!






¡¡Por Una Palestina Libre...!!

¡¡Justicia Para Palestina!!



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Comentarios

Unknown dijo…
Lo había leído antes, y provoca la misma profunda tristeza....todos somos Palestina, aquí la distancia solo nos aleja de las bombas y el fusil, pero sin duda el daño moral social, humano también nos mutila

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